Para mí, el voluntariado es una forma de devolver a la sociedad parte de lo que he recibido. Puede sonar tópico, pero es la realidad.
Comencé hace muchos años colaborando con distintas entidades y eso me ha permitido a lo largo del tiempo darme cuenta de la suerte que tengo. Pequeños detalles sobre los cuales muchas veces, no tenemos ningún tipo de control, hace que tu vida sea de una manera u otra.
El voluntariado, además, de permitirme desarrollar habilidades como trabajar en equipo, a ser más empático y a gestionar mejor mi tiempo, también está alineado con mis creencias de solidaridad y justicia social.

Me siento muy satisfecho de poder ayudar a quienes lo necesitan, y el solo hecho de ver que mi esfuerzo mejora la vida de otros me llena de satisfacción personal. Saber que de alguna manera puedo marcar la diferencia en la vida de alguien me llena de orgullo y me hace sentir parte de algo más grande. Ver una sonrisa en la cara de aquellos a quienes ayudo me recuerda que todo esfuerzo, por pequeño que sea, es valioso.
En concreto, mi colaboración en Fundación San Blas me ha permitido conocer historias de vida que, aunque difíciles, están llenas de fortaleza y resiliencia.
He aprendido a valorar aún más lo que tengo y a ponerme en el lugar de los demás. La conexión emocional con las personas que atendemos, sirviéndoles el desayuno o la cena, aunque breve, es muy intensa y me enseña el verdadero significado de la empatía.
Me ha abierto los ojos a la realidad de muchas personas que, por circunstancias fuera de su control, se encuentran sin hogar.
Esto me ha ayudado a ser más consciente de las desigualdades y a valorar mucho más las pequeñas cosas de la vida que a veces damos por sentadas.
Además, he aprendido a ser más paciente y a escuchar con atención, ya que muchas veces los usuarios del comedor solo necesitan ser escuchados y tratados con dignidad. Simplemente llamarlos por su nombre, darles una palmada, preguntarles que tal el día, aun cuando sabes que su día probablemente habrá sido un desastre, les permite VOLVER A SER PERSONAS.

Leí hace poco que la Administración y las entidades sociales en general, estaban haciendo un esfuerzo por atender a las personas en riesgo de exclusión. LAS PERSONAS QUE VIENEN A SAN BLAS HACE DíAS QUE ESTÁN EXCLUIDAS.
En resumen, el voluntariado me permite crecer como persona y al mismo tiempo intento construir a transformar esta sociedad en una sociedad más justa y solidaria.
Javier Muñoz